El camino hacia el empoderamiento de las mujeres rurales

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La pobreza, la desigualdad y el cambio climático están intrínsecamente vinculados a las mujeres rurales, en particular ellas son estructuralmente vulnerables a estos problemas. Según la FAO 58 millones de mujeres viven en zonas rurales de América Latina y el Caribe., de este total, solo 17 millones son parte de la población económicamente activa y 4,5 millones son productoras agrícolas. Sin embargo, aunque tanto las mujeres como los hombres desempeñan un papel crucial en el sector, estos últimos enfrentan menos restricciones ya que tienen más probabilidades de tener acceso a insumos, activos y servicios productivos (por ejemplo, servicios de propiedad de la tierra, crédito y extensión). Por ejemplo, en México, solo el 22.4% de las mujeres rurales son terratenientes.

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Al mismo tiempo, las condiciones socioculturales facilitan a los hombres la búsqueda de empleo en otros lugares, lo que hace que las mujeres ruraes luchen para alimentar a sus familias. Lo anterior se relaciona con el obstáculo de la pobreza en el tiempo que enfrentan las mujeres rurales, es decir, la incapacidad de participar en otras actividades productivas debido al tiempo dedicado a las tareas de subsistencia.

Un ejemplo de esto es la recolección de leña y agua, que se realiza en gran medida por mujeres y niñas, en donde deben caminar largas distancias, lo que limita el tiempo disponible de las mujeres. Dada la importancia de las tasas de participación de las mujeres en la fuerza laboral agrícola, y teniendo en cuenta la alta sensibilidad al cambio climático del sector, es probable que cualquier estrés relacionado con esto tenga un impacto directo en sus medios de vida. Por lo tanto, el fortalecimiento y la mejora del desempeño del sector permiten la participación de los más pobres y más vulnerables, siendo esencial para el alivio de la pobreza.

El Instituto Internacional de Recursos Renovables y Sistema.bio buscan empoderar a las mujeres rurales y lograr la igualdad de género a través del desarrollo e implementación de proyectos sensibles al género. Esto se logra a través de las actividades implementadas que buscan beneficios económicos, sociales y ambientales para hombres y mujeres. Un ejemplo de lo anterior son las formas participativas que utilizamos para transferir conocimientos y capacidades técnicas tanto a hombres como a mujeres.

Este proceso ayuda a las mujeres rurales a adoptar las tecnologías climáticas (biodigestores) a través de una serie de capacitaciones y la difusión de información sobre el uso y mantenimiento del biodigestor y el biofertilizante. Al mismo tiempo, enfatizamos el fortalecimiento de la participación activa de la comunidad en las actividades planificadas. En nuestra experiencia, este tipo de proyecto ha enriquecido el capital humano de las mujeres a través de la educación y la capacitación, haciendo posible el desarrollo de las habilidades de liderazgo de las mujeres rurales.

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