En Abril de este año la tierra alcanzó la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera más alta registrada desde que los seres humanos la habitan. El registro actual es de 411 partes por millón (ppm), en 1880 eran de 280 ppm. Estos cambios en la concentración de gases en la atmósfera tienen un impacto directo sobre la temperatura de la tierra y la capacidad que tiene para mantener un equilibro en el medio ambiente.
El Acuerdo de París ha buscado unir a todos los países posibles para llevar a cabo acciones que puedan frenar este aumento de temperatura a sólo dos grados centígrados, sin embargo aún con ese límite se proyecta la pérdida de más del 18% de algunas especies. En épocas prehistóricas la concentración de estos niveles llegó a los 700 ppm, causada de forma natural, lo impresionante ahora es cómo ha crecido de manera acelerada y por la actividad humana.
Desde hace más de 44 años la ONU declaró el 5 de junio como el día internacional del medio ambiente como el día más importante para conmemorar y realizar acciones para su protección. Bajo el difícil panorama actual, pensar sólo en la protección de los recursos naturales no es una visión completa si no se contempla la participación de los seres humanos como parte del ambiente, como parte de la naturaleza y de los ciclos que en ella se cumplen.
El enfoque social del medio ambiente nos permite entender que la pérdida de recursos físicos naturales tiene consecuencias sociales, más allá de la pérdida de una especie de algas se pierde el equilibrio dentro de toda la cadena. Con el impacto que los seres humanos hemos causado a nuestro ecosistema, hoy ya no debería ser opcional o considerado como una “buena causa” el tener acciones para mitigar nuestro impacto. La realidad, es que hasta este ritmo, hacen falta muchas más acciones que hagan posible que nuestra participación dentro de estos ciclos de la naturaleza sea forma positiva, sin dañarlos o romperlos.
En vías de alcanzar un desarrollo sostenible, las soluciones que mayor impacto pueden lograr en la mitigación del cambio climático tienen que considerar los diferentes pilares de la sustentabilidad: la cultura, el medio ambiente, la economía y el ámbito social. En la medida que una acción abarque estos cuatro pilares, se vuelve una solución más robusta y por ende con mayor probabilidad de crear un cambio consistente.
Cuando iniciamos Sistema Biobolsa, entendimos que necesitábamos ir más allá de una buena solución tecnológica, que ya por sí misma permite tener múltiples beneficios e impactos en diferentes áreas. Los biodigestores como un producto que genera energía renovable (biogás) y fertilizante orgánico (biol), sin embargo no representan grandes cambios para las comunidades si no van acompañados de un proceso mediante el cual les permita hacer parte de su vida este sistema, les permita entenderlo y utilizar al máximo sus beneficios.
Económico/social: Estos beneficios representan ahorros para los productores en fertilizantes y en energía, pero a su vez también aumenta la productividad de sus cultivos, lo que mejora de forma directa la alimentación de las familias sin dañar el suelo y para quienes venden estos productos también representa un ingreso extra y fuentes de empleo locales.
Este beneficio hace posible que los productores aumenten sus ingresos pero formando parte de un ciclo natural en donde se utilizan los desechos de un sistema para formar parte de otro, y aún mejor, expandiendo los beneficios en su comunidad, pues quienes compran la cosecha de estos productores pueden estar seguros que el fertilizante no va a ser dañino para su salud.
Ambiental/social: Mientras los resultados del biodigestor tienen un impacto directo en las vidas de los usuarios, este sistema a su vez reduce los gases de efecto invernadero provenientes de la agricultura. Al introducir los desechos al biodigestor los gases se capturan para producir energía, evitando que se descompongan al aire libre y se acumulen en la atmósfera aumentando la temperatura de la tierra.
Gran parte de estos desechos agropecuarios eran destinados a tiraderos o cuerpos de agua que terminaban contaminados, lo que representaba un grave daño a la comunidad pues estos ríos o pozos eran su principal fuente de abastecimiento.
Cultural/social: En las comunidades rurales de lugares, sobre todo en países en vías de desarrollo, como la India, Kenia, Nicaragua y México en donde la geografía e infraestructura de los territorios hacen complicado el acceso a cualquier tipo de servicio, el hacer posible el acceso a fuentes de energía locales cambia la forma en que las personas pueden cambiar el bienestar de sus familias sin quebrantar el ecosistema. Éste es un profundo cambio cultural, ya que la cultura conecta nuestro presente con nuestro pasado y la forma en que concebimos el futuro.
A partir de que los productores tienen una fuente de energía renovable pueden dejar de gastar tiempo en la recolección de leña, dejan de cortar árboles para satisfacer sus necesidades energéticas y los niños que crecen con eco tecnologías sabrán que hay formas de vivir armónicamente con el medio ambiente, sin violentar el ecosistema.
Hoy en el día mundial del medio ambiente, en Sistema Biobolsa también celebramos el lanzamiento oficial de nuestras operaciones en la India para llevar una solución sostenible a más de 50 millones de productores agropecuarios que tienen el potencial para generar impactos positivos en el medio ambiente, en la cultura, en la economía de su comunidad y del nuestro planeta tierra.