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Teresia: Las herramientas del cambio

Para Teresia, la agricultura es sinónimo del vivir. Es lo que siempre ha conocido, a lo que ha dedicado su vida. La agricultura es su hogar, su trabajo, su familia. Vive en una shamba en Githurungi, Kenya, con su esposo Francis y uno de sus hijos. Producen café, maíz, kale, plátanos y aguacates, entre muchas cosas más.

Teresia greció en una granja, conoció a su esposo a través de la agricultura y crió a sus hijos en el campo, compartiendo con ellos las herramientas y la sabiduría de varias generaciones de agricultores en Kenia. Ahora dos de sus hijos viven lejos de casa, desarrollando sus propios negocios y viviendo sus propias vidas —y cuidando sus propias granjas, por supuesto: “son agricultores, tal como sus padres”, nos dice ella. Lo mismo es cierto sobre su tercer hijo, quien aún vive en casa con Teresia y Francis y participa de las actividades de la granja.

Teresia ha sido dueña orgullosa de un biodigestor desde el 2018. Conoció nuestro producto al verlo en una shamba vecina. Ella detectó potencial en nuestra tecnología desde el inicio, no solo en términos de su granja sino también en su vida, en la vida de las personas que ama.

Como muchas otras mujeres rurales alrededor del mundo, Teresia estaba a cargo de todo aquello relacionado con la cocina: recolectar leña, calentar el agua, preparar la comida. Antes de contar con biogás, estas tareas representaban un gran esfuerzo por parte de Teresia, además de grandes cantidades de tiempo invertidas en las múltiples tareas que involucra el cocinar con leña —tiempo que podría ser aplicado en trabajar la tierra, pasar tiempo con su familia y levantar su negocio.

Ahora todo esto es cosa del pasado. “Estamos muy contentos con el biogás porque cuando me levanto por la mañana ya no tengo que ir a buscar leña para hervir el agua del ordeño. Solo pongo el agua en mi estufa. También preparo el té usando el mismo biogás”, nos cuenta. Ahora sus mañanas son diferentes. La familia se levanta con el sol, y se reúnen para rezar y tomar su desayuno. De ahí en adelante, pasan sus días atendiendo la granja: alimentando a las vacas, alimentando el biodigestor, alimentando a sus plantas con biofertilizante. Pasan el día nutriendo su pequeño rincón de mundo, cuidando su tierra, a sus animales y a sí mismos.

Para ella, tener un biodigestor ha significado oportunidades para una vida más sana, más plena. Hace ya dos años que alimenta a todos sus cultivos con biofertilizante, práctica de la que se siente muy orgullosa pues puede ver el incremento en la fuerza y salud de sus plantas —y así también pueden verlo todas las personas que visitan su granja. Para ella, el gran valor de la agricultura orgánica está en la mejora de la salud de la tierra y los cultivos. Y para nosotros también: la naturaleza nos da todo, y es espléndido verla prosperar. ¡Es tan grande el privilegio de poder darle algo a cambio! Ahora, Teresia cree firmemente en el dar a cambio, y no puede imaginar la agricultura sin biofertilizante.

En cuanto a su familia, el biodigestor también ha traído beneficios inesperados: “La vida con biogás es muy buena porque […] si no estás cerca, (tu esposo) podrá hacer las cosas por sí mismo. Pondrá su agua en la estufa, cocinará su propia comida. No tendrá que comer frío porque el biogás está ahí”. Teresia se preocupa por todos en su familia y en su granja. Es importante para ella que todos reciban lo que necesitan, y trabaja duro para asegurarse de ello. Gracias a su biodigestor, puede hacer todo con menos tiempo y esfuerzo. Y, sobre todo, puede repartir las tareas de la casa y la granja de manera más balanceada.

Uno de los beneficios clave de las energías renovables y las prácticas sostenibles está en su capacidad de construir autonomía. Como Teresia nos ha enseñado, esto va más allá del concepto de autonomía global para agricultores: también tiene un impacto en las dinámicas familiares. Lo que antes fue una gran carga de trabajo para Teresia es ahora una actividad balanceada y compartida de la que pueden participar todos los miembros de la familia. Teresia, Francis y su hijo saben cómo alimentar el biodigestor y cómo usar el biogás. Y cuando Teresia sale al pueblo, Francis puede cocinar su propia comida sin preocuparse por el humo.

Para nosotros no es ningún secreto que invertir nuestro trabajo y esfuerzo en la autonomía energética de las y los agricultores tiene un gran potencial para cambiar el mundo. Para nosotros, los biodigestores son una herramienta como cualquier otra. Y cuando las herramientas cambian, la manera de hacer las cosas cambia también. Para Teresia, esto ha probado ser cierto no sólo en términos de su granja sino también de las labores de cuidado.

Si bien la equidad de género ha avanzado mucho en los últimos años, aún queda mucho trabajo por hacer. Y en Sistema.bio creemos que, mientras las labores de cuidado y el trabajo doméstico sigan teniendo un género, nuestras sociedades no podrán alcanzar su pleno potencial. Teresia y su familia tienen ahora una herramienta que les permite llevar a cabo tareas de la granja y del hogar que antes estaban solo en manos de ella: calentar agua para bañarse, preparar comida, hacer el té, incluso calentar el agua para el ordeño. ¡Y una carga de trabajo balanceada es una vida familiar balanceada!

Teresia es agricultora, trabajo que desarrolla con mucha seriedad y orgullo. Su shamba es su regalo a este mundo, a su familia —pero también es un regalo a sí misma, un espacio donde puede nutrir su propia vida a través sus cultivos y sus vacas. La granja le permite hacer lo que ama al tiempo que le da un insumo, dándole la oportunidad de contribuir a la economía familiar: “solemos ayudarnos entre nosotros”, nos cuenta.

Es por eso que formar parte de historias como la de Teresia es para nosotros un regalo. Porque nos da la oportunidad de aprender sobre las pequeñas cosas que, todas juntas, conforman una vida sana, resiliente, digna y plena para las trabajadoras y comprometidas familias que forman nuestro mundo.

Entrevista y fotografías por Tabitha Nakholi y Monica Mahaga | Texto por Elena Coll | Arte por Brianda Suárez | Editado por Montserrat Cortez y Xunaxi Cruz


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