Óscar creció en la ciudad, pero floreció en el campo. Durante los últimos 20 años, se ha dedicado no solo a trabajar la tierra sino a encontrar nuevas maneras de vivir la agricultura, nuevas maneras de concebirla.
Él nació y creció en Bogotá, ciudad donde por muchos años se dedicó al transporte. Ahí conoció a Alicia, su esposa, quien creció en una granja en el departamento de Cundinamarca. En el año 2000, tomaron juntos la decisión de dejar la ciudad e irse a la finca de la familia de Alicia con sus cuatro hijos.
Ahora su vida es otra. Sus hijos viven fuera de casa y se dedican a la psicología, la zootecnia, la ingeniería química y la biología. Alicia continúa con su labor como educadora en Bogotá, y Óscar se dedica de lleno a la granja y la porcicultura.
Todas las mañanas, Óscar toma su café (o tinto, como él le llama) antes de salir a su recorrido matutino por la finca. Después del tinto, visita a las vacas, a los cerdos, a los conejos y a los perros. Y una vez que ha visitado a todos los animales, comienza las tareas del día: cosechar el café, la caña o el pasto —actividades a las que se ha añadido alimentar su biodigestor, extraer y almacenar el biofertilizante, y abonar los cultivos con el mismo. “Uno amanece, y sin darse cuenta el día se acaba. Aquí se pasa muy rápido el tiempo. Es una vida muy sana, muy buena”, nos dice.
Moverse de la ciudad al campo fue muy fácil para Óscar, no solo por el gozo que le permite la vida de campo sino también por las relaciones que, años antes, comenzó a construir. Mucho antes de mudarse a Villa Alicia, Óscar comenzó a relacionarse con los productores de la región, aprendiendo todo sobre las problemáticas y los retos a los que se enfrentaban. En esos años conoció a los pequeños porcicultores con los que ahora ha creado una asociación. “El pequeño porcicultor sufre mucho por los intermediarios, pues nunca les pagan lo que merecen ganar. Con la asociación buscamos poder llegar directamente al mercado para que no se pierda tanta plata”, nos cuenta.
Ahora Óscar es un experto en porcicultura. En colaboración con los productores de la zona, se mantiene al tanto de la situación del mercado en la región, en Colombia y en el mundo. Y es gracias a esta atención que ha logrado encontrar nuevos niveles en el potencial del biogás.
Óscar compró su biodigestor Sistema.bio hace dos años, pero su experiencia con el biogás comenzó mucho tiempo antes. Antes de comprar nuestro sistema, incursionó en el mundo de la digestión anaerobia con biodigestores rústicos, mismos que aún opera de manera complementaria. Conoció los modelos de Sistema.bio en una feria ganadera, y desde entonces se ha dedicado a difundir nuestro trabajo con productores de la región —incluso antes de contar con un sistema propio, Óscar compartía entre sus conocidos información sobre nuestros biodigestores. Y ahora que tiene el suyo, su confianza en Sistema.bio no ha hecho más que crecer: “El biodigestor que más efectividad me ha dado es el Sistema.bio porque es el más fuerte, el sistema es muy bueno”.
En estos 10 años, hemos tenido la fortuna de conocer a productores apasionados y autogestivos, hombres y mujeres que encuentran en el biogás y las prácticas sostenibles el potencial para hacer cosas mucho más grandes. Óscar es uno de ellos.
En los últimos años, Óscar se ha volcado de lleno en la investigación sobre agricultura sostenible —labor que ha complementado con la experimentación y el diseño de nuevas herramientas. Ahora trabaja, en colaboración con el Servicio Nacional de Aprendizaje de Colombia, en la creación de un deshidratador a base de biogás. Con esta gran herramienta, Óscar busca otorgar a los agricultores nuevas maneras de administrar y almacenar los productos de las granjas, así como contribuir a la economía de los pequeños porcicultores: “hay un problema en Colombia que es el concentrado, la alimentación de los animales. Ha subido mucho el precio, y ahora los productores gastan un 75% en sacar el alimento, quedando solo el 25% para las ganancias y el mantenimiento. La idea es buscar la manera de bajar los costos para el pequeño porcicultor”.
La meta de Óscar es tener una granja completamente autosuficiente y sostenible. Más allá de eso, él trabaja por que la autonomía energética se convierta en una norma para todas las personas que viven del campo. Esta meta, Óscar nos comparte, sólo se logrará si se tiene en mente quiénes son las personas que trabajan la tierra, y qué necesitan: “Lo que está pasando en la región es que ya los que estamos somos viejos. Los jóvenes quieren irse a la ciudad, y no creo que sea problema latinoamericano, en todas partes está pasando eso. Lo que nos toca es mirar cómo podemos hacer las cosas más fáciles para que las puedan manejar las personas mayores”.
El reto es entonces, en su opinión, diseñar la infraestructura necesaria para que el trabajo en las granjas sea más fácil, más eficiente y menos costoso. Los biodigestores, nos dice Óscar, tienen el potencial de contribuir a esas tres metas al tiempo que ayudan al medio ambiente.
Como Óscar, en Sistema.bio sabemos que donde hay problemas, hay soluciones. Sabemos que los pequeños productores trabajan duro, y que de ellos depende el mundo. Es por eso que hacemos lo que hacemos, que nos levantamos día con día para colaborar con ellos en la creación de un mundo más sostenible, más justo.
Óscar es para nosotros un claro ejemplo del potencial de la curiosidad humana. De que en este mundo no hay desechos, solo recursos. Y el futuro de la agricultura, Óscar nos recuerda, dependerá de nuestra capacidad para aprovechar esos recursos.
Texto por Elena Coll | Arte por Brianda Suárez | Editado por Montserrat Cortez y Xunaxi Cruz