Xunaxi Cruz
Directora de comunicaciones
Elegí escribir hoy, en el Día Internacional de la Mujer Rural, porque es un tema que me apasiona y con el que me siento identificada. A menudo veo la historia de mi familia reflejada en las más de 104,000 familias que trabajan con un biodigestor de Sitema.bio y en las mujeres de nuestra red de vendedoras de campo. Aunque no crecí trabajando la tierra como mis abuelas, el resultado de lo que soy se encuentra ligado a granos, milpas y suelo.
Hace pocos días murió mi abuelo, a los 101 años de edad, un hombre que vivió siempre como campesino. La partida de mi abuelo me hizo reflexionar lo trascendente que fue su vida en la historia de las mujeres de mi familia.
En la década de los 50, mis abuelos tuvieron 4 hijas, ¡ningún hombre! Ser mujer en aquella época, sobre todo en los pueblos en el sur de México, implicaba tener roles muy específicos: ser madre, cuidar a los hijos y esposo, trabajar en el campo, atender a los animales, vender las cosechas y preparar comida. Y todo esto sin recibir pago alguno —a expensas de lo que los esposos, padres o hermanos quisieran proveer a las esposas o hijas. Curiosa y tristemente, esto no suena nada diferente de la realidad de muchas mujeres alrededor del mundo en la actualidad.
Mi madre estaba destinada para ese papel, pero ella desde antes de los 10 años sabía que eso no era lo que quería para su vida. Al terminar sus primeros años de estudios básicos, con la intervención de mi abuela, convencieron a mi abuelo para que ella y mis tías siguieran estudiando. Mi mamá no paró ahí, ella quería una profesión para trabajar y poder ser independiente económicamente. Mi abuelo solía decir: “Yo dije que sí, aunque en el pueblo no lo veían bien, pero yo pensé que era para que mis hijas tuvieran otras oportunidades de vida, por eso quise que estudiaran más”.
En mi experiencia, la equidad de género empieza por desvincular roles a géneros, y reconocer que aún hoy cuando hablamos de equidad de género, hablamos de condiciones de desigualdad sociales, económicas y culturales en las que las mujeres nos encontramos únicamente por ser mujeres, adolescentes o niñas. Y si bien muchas de estas condiciones nos afectan a todas, debemos reconocer que hay subgrupos que son aún más vulnerables que otras.
Las mujeres en las zonas rurales, sobre todo en países en desarrollo, son un claro ejemplo de un grupo que particularmente se encuentra en mayor vulnerabilidad, por las retos de accesibilidad a recursos y a derechos como los relativos a servicios de seguridad social y de salud, trabajo, trabajo remunerado, educación, derechos sobre la tierra, acceso a energía y a servicios de financiamiento, por mencionar sólo algunos.
Las mujeres rurales históricamente han sido y siguen siendo agentes clave en la pelea por erradicar la pobreza, la seguridad alimentaria y la malnutrición. Según la FAO, ellas representan entre 60 y 80% de la mano de obra en el campo. Sin embargo, poco se reconoce la trascendencia de su trabajo como productoras de alimentos, como base de las economía locales, y del cuidado y bienestar del tejido social.
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En este 2020 se añade a la ecuación el factor COVID-19 y sus efectos en la vida de las mujeres en el campo. Se ha visto y estudiado que en las crisis los efectos son mayores en mujeres que en nuestras contrapartes masculinas. Es por esta razón la urgente necesidad de todos para actuar rápidamente y mitigar los estragos de esta crisis sanitaria en la vida de las mujeres en general y específicamente la de las mujeres en zonas rurales.
Cómo Sistema.bio contribuye a mitigar el efecto de COVID-19 en la vida de las mujeres rurales
Sistema.bio siempre se ha interesado por reducir las brechas entre los roles de género, por lo que hemos trabajado con Shell Foundation, Value for Women y AlphaMundi en diversas investigaciones para entender los principales retos a los que nuestras usuarias y colegas se enfrentan. Los resultados de estos estudios nos han dado un marco para añadir a nuestro modelo de intervención otros programas y acciones para reducir estas desigualdades. Hoy les comparto algunos ejemplos sobre la manera en la que Sistema.bio contribuye a mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales.
Para nuestras usuarias
1. Garantizando el acceso a servicios de energía y fertilizante orgánico:
Los biodigestores son una fuente de energía y fertilizantes hechos en casa, y es gracias a ellos que durante la pandemia nuestras usuarias en África, América Latina e India han tenido asegurado el acceso a una fuente de combustible sin costo. Además, han eliminado la necesidad de trasladarse o entrar en contacto con otras personas, evitando de este modo el riesgo de contagio en todos los miembros de la familia, pero sobre todo en mujeres y niños quienes, en su mayoría, son las responsables de la recolección de leña.
2. Abriendo oportunidades de generar ingresos extras:
Ante la desaceleración de las actividades económicas locales durante la pandemia, algunas de nuestras usuarias generaron nuevos negocios a través del biogás. Por ejemplo, algunas de las productoras que se dedicaban únicamente a la crianza de animales, decidieron emprender negocios procesando otros productos y alimentos para entregar alimentos a domicilio.
3. A través de nuestro programa de financiamiento:
Nuestro programa de financiamiento está disponible para que todas nuestras usuarias apliquen. El programa incluye el financiamiento de biodigestores, estufas, calentadores y/o cualquier otro de los productos de biogás, dando de esta manera oportunidades de acceso a la tecnología adaptándose a las condiciones económicas de las usuarias.
Para nuestro staff, red de promotoras y vendedoras
1. Distribución de cargas de trabajo: Creamos un sistema de trabajo flexible, basado en resultados y no en horarios, para nuestro staff de oficinas rurales, entendiendo que para algunas de nuestras compañeras se incrementó la carga de trabajo con el cuidado del hogar, educación de hijos, y cuidado de de terceros.
2. Programa de reclutamiento de vendedoras
En conjunto con EEP Africa tenemos un programa para alcanzar un equipo de ventas balanceado en Kenia. Este programa ayudó a que durante la crisis pudiéramos dar oportunidades de trabajo a más de 100 agentes de los cuales la mitad son mujeres campesinas para tener un sustento económico en los meses más críticos. El programa sigue vigente y ahora estamos replicando el modelo en México.
3. Capacitación en ventas para empoderar mujeres:
Este programa se creó reconociendo que un alto porcentaje de nuestras vendedoras en campo no han tenido la oportunidad de tener acceso a una educación profesional y formal. El objetivo es que estas mujeres cobren confianza en sí mismas como personas y profesionistas al tiempo que puedan desarrollar nuevas habilidades para llevar a cabo planes de trabajo que les permitan cumplir sus metas profesionales y personales.
4. Programa de entrenamiento y mentoría para mujeres Gerentes de ventas en México
También se ha creado un programa de acompañamiento a mujeres jóvenes en áreas rurales para ayudar a acelerar su crecimiento profesional en la dirección de equipos de ventas. El programa funciona con base en sesiones de mentoría semanales con mujeres del equipo de liderazgo global y de la oficina central en las que se trabajan temas de liderazgo, competencias profesionales y sobretodo el empoderamiento de las mujeres jóvenes.
Aún hay un gran camino que recorrer en temas de equidad de género, y aún más cuando se refiere al sector rural. El primer paso es reconocer la gravedad y la relevancia de esta desigualdad entre géneros. Esta es una lucha de TODOS, no solo de las mujeres. Los logros que se han alcanzado hasta ahora, se han hecho porque ha habido mujeres que han liderado con sus ejemplos e historias de vida, pero siempre con el apoyo de otras mujeres y hombres como mi abuelo, que han sido sensibles a la desigualdad y que se han ocupado activamente de ayudar a construir condiciones de mayor equidad para las mujeres y niñas de esta sociedad.