El mundo de hoy enfrenta una crisis. En diciembre de 2019 recibimos noticias de un nuevo coronavirus que infectaba a personas en la provincia de Wuhan, China. En abril de 2020, más de 200 países y territorios de todo el mundo luchan para detener la propagación de COVID-19, con más de dos millones de casos confirmados en todo el mundo. Lo inimaginable ha sucedido. El peor de los casos está aquí. Y esta crisis nos ha recordado que viene otra en camino: la de nuestra tierra.
Debemos recordar que nuestro planeta también está en peligro. En este Día Internacional de la Madre Tierra, queremos pensar en lo que podemos aprender de esta crisis y cómo podemos avanzar desde aquí hacia la construcción de un mundo mejor, uno más solidario, sostenible y resiliente.
Durante años hemos sido conscientes del impacto que tenemos en el medio ambiente. Y estamos conscientes de que nos acercamos a un momento crítico. Los datos están ahí. Sabemos que el la temperatura está subiendo, el agua se está acabando y los ecosistemas están desapareciendo. Y también sabemos que ahora hay más dióxido de carbono en nuestra atmósfera que en cualquier otro momento de la historia humana. ¿Cómo, entonces, podemos seguir mirando hacia otro lado? Las cosas tienen que cambiar. Y tienen que cambiar ahora.
Como hemos dicho antes, todo es un esfuerzo de equipo. Depende de cada uno de nosotros encontrar las medidas que podemos tomar para ayudar a nuestra tierra. Aquí en Sistema.bio, nos hemos centrado en la agricultura como principal agente de cambio. La agricultura y la producción de alimentos representan una gran parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sin mencionar el gran papel que tienen en la deforestación y el consumo de agua. La ciencia nos muestra que una pequeña transición en las prácticas agrícolas sería suficiente para revertir el cambio climático. Durante diez años hemos trabajado para esa transición. Y ese trabajo se ha centrado en lo que creemos que son los dos actores clave del cambio: los pequeños productores y la energía limpia.
Las y los pequeños productores alimentan al mundo. Y ahora más que nunca somos conscientes de cuánto los necesitamos. Cuando termine esta crisis, queremos que el foco permanezca en ellos. Porque no solo los necesitamos para alimentarnos: los necesitamos para salvar la tierra. Mediante tecnología limpia como la de los biodigestores, los agricultores pueden crear su propia energía al tiempo que reducen sus emisiones de gases de efecto invernadero. Y a través del uso de insumos orgánicos como nuestro biol, los agricultores pueden cuidar mejor sus tierras, dejando los bosques para los miles de millones de especies que lo necesitan. Hay alternativas disponibles, y debemos usarlas y apoyarlas, ahora más que nunca.
La producción de alimentos no tiene que significar contaminación mundial. Por el contrario, formas sostenibles de producir y consumir alimentos podrían significar un mundo mejor para todas y todos. Eso es lo que queremos, y para eso seguiremos trabajando.
La temporalidad de la crisis ambiental puede ser más lenta que la que enfrentamos ahora, pero no es menos crítica. Debemos actuar ahora, antes de que este tipo de situaciones se conviertan en la nueva normalidad.
En este Día Internacional de la Madre Tierra, te invitamos a imaginar el mundo que deseas construir una vez que todo esto haya terminado. Exprésate, exige a tus gobiernos que hagan del medio ambiente una prioridad. Edúcate e informa a otros, compartan información, discutan las posibilidades. Tomen acción. Es ahora o nunca.