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Marie Wairimu Mugo, madre de tres niños en Kiambu, es el sustento de su familia. Ella comienza su día a las 4:00 de la mañana y como una mujer de negocios busca realizar las diferentes actividades diarias de su empresa  de la forma más eficiente. A demás de ser una mujer de negocios Marie dobla turnos, pues también trabaja en el campo, su tierra y comprende los retos de las labores que día a día enfrentan los productores, entre ellos el factor económico.

Kiambu está creciendo rápidamente provocando que más y más árboles con actividades productivas como el té y el café  sean desplazados para dar lugar a nuevas viviendas. Uno de los retos más grandes  es que los habitantes de esta zona deben batallar para tener acceso a una fuente de energía económica y sustentable y, a su vez, a fertilizantes que no dañen el suelo.

En la villa de Ndiri-ini, donde Mary nació, la mayoría de las familias utilizan leña, carbón o gas LP en diferentes proporciones como fuentes de energía. Sin embargo, con la escases de la madera y la tierra poco fértil de las zonas rurales, estas fuentes de energía que se utilizaban ya no son adecuadas para los habitantes.  “La leña es muy costosa y es muy escasa”, dice Mary.

Para conseguir la leña, primero debes comprar un árbol, contratar a alguien para que lo corte y contratar a alguien más para que lo lleve hasta tu casa. Esta actividad cuesta alrededor de 30 dólares al mes, además, para cocinar hay que complementar con carbón y gas LP que tienen un costo de 15 y 20 USD aproximadamente al mes. Considerando que la mayoría de la población en esta zona gana 500 USD al día, convierte a estas fuentes de energía en opciones insostenibles y extremadamente caras.

Los pequeños productores de esta área dependen en gran medida de fertilizantes químicos para, al menos, mejorar la productividad de los cultivos debido a al bajo nivel de nutrientes en el suelo. Tristemente, estos fertilizantes degradan la calidad del suelo y los químicos en ellos van directo a la comida en sus mesas.

“Nos enfermamos de cáncer por los químicos que continuamente comemos a través de los fertilizantes que ponemos en los cultivos, después gastamos montones de dinero en buenos hospitales tratando de remover los químicos de nuestros cuerpos”.

Cuando Sistema Biobolsa comenzó a penetrar en el mercado keniano en este año, Mary fue una de las pioneras que se decidió a hacer este cambio. “Me gusta Sistema Biobolsa porque me ayuda a ahorrar cerca de 700 USD en combustibles al año, este dinero ahora puedo utilizarlo para pagar la escuela de mis hijos o para expandir mi negocio. A Mary, que es una mujer de negocios, el tiempo que ahorra al cocinar con biogás le permite realizar más actividades de su negocio. El servicio al cliente que proporciona el equipo de Sistema Biobolsa es lo que la atrajo para poder aprovechar los beneficios utilizando la tecnología de la mejor forma posible.

A Marie le gustaría que todos en su comunidad sean parte del cambio. Ella quiere ver más árboles de pie, más gente comiendo alimentos saludables como ella, porque ahora utiliza bio fertilizante que se genera en su biodigestor todos los días. Desde que tiene su biodigestor Mary nos ha recomendado con más de 10 clientes y continúa siendo una embajadora de Sistema Biobolsa dentro y fuera de su comunidad. Estos pequeños productores y 70 más en nuestra red están transformando los desechos en energía y fertilizante. Un movimiento que se establece para cambiar de manera sostenible sus vidas económicas y sociales para siempre.

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