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Esta pandemia nos ha afectado a todas y todos de maneras diferentes. Y si bien las zonas rurales muestran índices menores de contagio que las grandes ciudades, el impacto económico puede sentirse en todos lados. Ante los llamados a detener nuestras actividades y quedarnos en casa, muchas personas hemos logrado parar nuestras labores. Pero productoras y productores continúan, recordándonos por quiénes trabajan: “Vivimos del campo, y si el campo no se atiende no hay cosecha”. En la agricultura, las cosas no han cambiado mucho: las y los productores tienen que seguir levantándose y trabajar la tierra, sobre todo ahora que estamos en época de cosecha.

 

En la ganadería, por otro lado, las cosas cambian un poco: no importa en qué parte del mundo se encuentren, la mayoría de las y los productores se enfrentan a una economía incierta. El panorama es preocupante, con problemáticas que van desde variaciones en el precio de productos como la leche y la carne hasta la paralización de las cadenas de distribución nacionales e internacionales. Productoras y productores son el primer eslabón de estas cadenas, y los productos que no logran entrar al mercado a tiempo significan una pérdida para cada granja.

 

En el campo cohabitan muchas realidades, y gran parte de nuestro trabajo es entender en qué consiste cada una. Durante esta crisis, nos importa estar al tanto de las maneras en las que nuestros clientes se han visto afectados pues nos permite tener un panorama general del impacto en productores de la región. Por otro lado, nos permite tener una idea más clara del papel que juegan los biodigestores en la resiliencia de las familias rurales ante situaciones como esta. A continuación presentamos lo que nos han compartido algunos de nuestros clientes en México y Colombia.

Juana, productora de Tlaxcala, México (Sistema 6)

Juana es usuaria de Sistema.bio desde el 2015, tiene una granja de bovinos de mediana escala en Tlaxcala, en la que produce alimentos como maíz, jitomate y frijol para la venta en el mercado. Juana utiliza el biogás de su sistema para cocinar, pero sobre todo ha encontrado un valor añadido en sus cosechas desde que usa el biofertilizante.

 

Como muchos pequeños productores, ella y su familia dependen del movimiento de mercancías a distintas áreas de la república, y la crisis de COVID-19 ha representado una  disminución en el transporte y por lo tanto una gran disminución en sus ventas. Juana se ha dedicado a la producción y venta de alimentos desde que tiene memoria. Cuando comenzó su producción en San José Teacalco, tenía sólo un competidor en el mercado. Ahora hay alrededor de 30 invernaderos en la zona. 

 

En el contexto de producción y distribución actual, una gran parte de los ingresos de pequeñas y pequeños productores depende de restaurantes y productores de alimentos que, muchas veces, compran en grandes cantidades y mueven mercancía por grandes distancias. Desde que comenzaron a implementarse las medidas para contener contagios, nos dice Juana, la producción es demasiado grande para la demanda local. “Aquí ya no se puede vender, y lo que no se vende se nos echa a perder. Los pequeños productores necesitamos que nos ayuden a abrir nuevos mercados, que se lleven los productos a otros lugares para que la gente los aproveche”. 

 

Aún con este panorama, Juana nos asegura que no va a dejar de sembrar y cosechar, y que para ella la mejor opción es diversificar su producción. El biol ha sido de gran ayuda en esta diversificación, pues le ha permitido cosechar productos nuevos como el brócoli en menor tiempo.

David, productor de Bogotá, Colombia (Sistema 40)

David es propietario de una finca porcina en Cundinamarca y se dedica a la producción y comercialización del cerdo en Bogotá, Colombia. Para él, la mayor preocupación viene de la incertidumbre sobre la situación del mercado y el panorama del futuro a corto plazo.

 

Desde que se declaró el estado de emergencia en Colombia, el flujo de venta se ha reducido y ha provocado un represamiento en la salida de los cerdos. Para los porcicultores esto representa un gran problema, pues mientras más grande sea el animal es más difícil venderlo, contrario a lo que pasaría con borregos y vacas. Además, el precio del cerdo es altamente volátil: en Colombia ha bajado en un 25% desde el comienzo de la pandemia.

 

“Yo considero que mi biodigestor que instalé en finca hace 3 años es esencial para enfrentar esta crisis: con la subida del dólar, los agroquímicos son cada vez más caros” nos dijo David vía telefónica desde Colombia. El biodigestor le permite diversificar sus ingresos al producir fertilizantes orgánicos a partir del biol, además de permitirle una producción más sostenible en general. 

 

Para él, la producción y el consumo locales son la clave para sobrellevar esta situación. “Esta crisis ha llevado a la conciencia de que el empleo y el sustento de la economía yace sobre la producción local. Mientras un producto importado quizás pueda ser un 10% más económico, estamos quitando empleos locales, estamos quitando oportunidades al desarrollo agroindustrial de nuestro propio país. Se trata de comprar no siempre lo más barato sino lo que genera benestar a nuestra comunidad”.

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